En términos generales, nos encontramos en una sociedad desigual, autoritaria y con altos niveles de individualización. Si bien el actual modelo de desarrollo ha sido capaz de ampliar las posibilidades de consumo de grandes sectores de la población –mientras otros se pauperizan aún más- , las condiciones de explotación y dominación subsisten. Aunque este conjunto de problemáticas, entre otras, suelen ser presentadas como problemas contingentes e independientes, éstas están articuladas inherentemente, formando parte del actual modelo de desarrollo en Chile; un capitalismo de corte neoliberal.
Ahora, ¿a qué se debe que este modelo, con todas sus implicancias, contradicciones y problemas subsista? A que el mismo posee altos niveles de legitimidad, naturalizándose en el sentido común. Esto se debe a la capacidad de imposición ideológica de ciertas fuerzas sociales al conjunto de la población, tal que las ideas de los sectores dominantes se constituyen como ideología hegemónica. Tal situación se ve agudizada por las condiciones que imponen las formas actuales del trabajo, la educación, la monopolización de las comunicaciones y la autonomización de la política, entendida como la escisión entre la esfera política y la población, lo que redunda en la exclusión de la posibilidad de incidir mediante la acción colectiva en la realidad. Así, el estado actual de las cosas se reproduce tanto material –por las condiciones de vida- como ideológicamente –en el sentido común-.
Ahora, ¿a qué se debe que este modelo, con todas sus implicancias, contradicciones y problemas subsista? A que el mismo posee altos niveles de legitimidad, naturalizándose en el sentido común. Esto se debe a la capacidad de imposición ideológica de ciertas fuerzas sociales al conjunto de la población, tal que las ideas de los sectores dominantes se constituyen como ideología hegemónica. Tal situación se ve agudizada por las condiciones que imponen las formas actuales del trabajo, la educación, la monopolización de las comunicaciones y la autonomización de la política, entendida como la escisión entre la esfera política y la población, lo que redunda en la exclusión de la posibilidad de incidir mediante la acción colectiva en la realidad. Así, el estado actual de las cosas se reproduce tanto material –por las condiciones de vida- como ideológicamente –en el sentido común-.
Entendemos el sentido común como el conjunto de ideas que orientan las prácticas cotidianas de los sujetos, constituido en sus estructuras fundamentales por la ideología de los sectores dominantes. Es en esta estructura ideológica que el orden actual, en tanto es considerado como el único posible, se legitima, articulándose de modo tal que sus contradicciones son invisibilizadas o, también, legitimadas. De este modo es que el modelo económico aparece como el único posible, el libre emprendimiento como una forma real de escalar socialmente, y la igualdad de oportunidades como la situación ideal. La libre competencia y la eficiencia se instalan al punto de aparecer como criterios políticos a la vez que la política se transforma en una actividad ‘sólo para los políticos’, reduciéndose la actividad política del conjunto de la población a emitir un voto cada cierta cantidad de años.
La situación actual, las condiciones de vida y el conjunto de problemáticas que supone el actual modelo capitalista de carácter neoliberal hacen necesario el cambio social. Pero dado el protagonismo que actualmente tiene el sentido común en la reproducción del orden actual es que cualquier cambio social estructural tiene por condición necesaria la destrucción crítica y reflexiva del sentido común mediante la acción colectiva a distintos niveles.
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